10/18/2006

Glosa Informe de la Secretaría de Desarrollo Social

Con el permiso de la Mesa Directiva

Señora Secretaria de Desarrollo Social, Ana Teresa Aranda Orozco

A estas alturas, y desde hace ya muchos años, está muy claro que la llamada política social, principal responsabilidad de Sedesol, no es la solución para resolver de fondo el problema de la pobreza extrema o de la pobreza a secas, que afecta casi la mitad de la población del país.
Los datos que conocemos sobre el desarrollo social en México, no son nada alentadores. Nuestro país vive en una permanente paradoja: de acuerdo con el BID, México tiene un nivel acelerado de desarrollo, pero, en contraposición, tiene un nivel de pobreza sumamente alto: hay cuatro veces más pobreza que en otros países con igual desarrollo.

La línea asistencialista que ha marcado la política social del gobierno del Presidente Fox, no contribuye a generar el nivel de desarrollo que se requiere para garantizar a la ciudadanía un nivel de vida aceptable y, con ello, la calidad de vida que todos y todas merecemos.

Aún aceptando, sin conceder, los datos oficiales de que la pobreza –sobre todo la pobreza extrema-- se ha reducido durante el sexenio, si seguimos a ese ritmo, si seguimos con esta política de paliativos ¿cuántos años necesitaremos para reducirla de manera sustancial? ¿un siglo quizá?

Las políticas de desarrollo social deben trascender la idea de que el centro de toda acción es el combate a la pobreza y reconocer que hace falta un nuevo modelo de desarrollo que incluya la supresión de la desigualdad; un modelo de gobierno donde la sociedad civil, las instituciones gubernamentales y la iniciativa privada tienen un papel preponderante. Un modelo en donde las acciones de desarrollo social se vinculen con medidas productivas y de desarrollo de infraestructura urbana como caminos, puentes, agua potable, electricidad, hospitales equipados, acceso a medicinas, proyectos productivos y créditos.

Mientras avanzamos por esa vía de solución, es necesario, por supuesto, mantener el apoyo público a los sectores más vulnerables de la población para que pueda satisfacer sus necesidades básicas, sobre todo de salud, alimentación y educación. Pero aquí necesitamos también cambios de fondo:

Ø Para que los grupos sociales pobres reciban apoyos de calidad y no servicios públicos y apoyos pobres que se convierten en un mecanismo más para reproducir la desigualdad.
Ø Para que la política social no sea el medio para construir redes clientelares.
Ø Para no generar dependencia de quienes reciben los apoyos.
Es hora de que todas y todos aceptemos que la pobreza no es un problema sectorial que puede ser solucionado por una Secretaría, como si fuera un problema parecido a construir carreteras o infraestructura o cualquier otra cosa; la pobreza es una de las manifestaciones más agudas del principal reto de México, la desigualdad, origen de la mayoría de nuestros problemas y de nuestra incapacidad para aprovechar las potencialidades del país.

Si las élites gobernantes y los poderes fácticos en México siguen con su actitud de separar los procesos económicos del desarrollo social, nada en este país podrá avanzar.

Aunado a lo anterior, vemos con gran preocupación que en los programas que se han aplicado, no se toman en cuenta perspectivas ni especificidades. Pongo un ejemplo: El Plan Nacional de Desarrollo, en la parte relativa al Desarrollo Humano, establece en una de sus estrategias, “Impulsar y promover la ampliación de la cobertura y una mejoría en las políticas públicas encaminadas a fomentar la integración social de las personas con discapacidad” El Informe de Desarrollo Social no presenta ni una acción en la materia.

Otro ejemplo es la falta de sensibilidad para aplicar programas que incluyan la perspectiva de género. Ésta omisión ha traído consigo, en algunas comunidades rurales, un aumento de la violencia intrafamiliar al generar que, siendo ella la beneficiaria del programa, sea violentada para quitarle el apoyo que ha recibido.

El desafío es potenciar el papel de las mujeres mediante el empleo productivo y en plena igualdad de oportunidades que los hombres, con el objeto de promover su independencia económica, frenar la feminización de la pobreza y fomentar una distribución equitativa de los bienes de producción, el patrimonio, las oportunidades, los ingresos y los servicios de seguridad social.

Por otra parte, somos testigos de la manera en que cotidianamente se gastan sumas extraordinarias de recursos para publicitar en radio y televisión las acciones del Programa Oportunidades. Señora Secretaria, permítame preguntarle: ¿es indispensable gastar tantos recursos en promover las acciones realizadas y sacrificar programas fundamentales como el apoyo a adultos mayores?

Señalo otra de las estrategias del Plan Nacional de Desarrollo: “Se pondrá énfasis en la preparación de modelos de participación ciudadana con carácter autosustentable.” La pregunta es: ¿cuántas de estas acciones que reporta en el Informe, son autosustentables? Puesto en el papel, suena bastante optimista.

Para Alternativa la mejor política social es la que construye ciudadanía capaz de reclamar sus derechos y cumplir sus obligaciones. La que erradica la noción de que los apoyos del estado son dádivas, prebendas o favores que se tienen que pagar a los intermediarios.
Basta ya de gestionar y administrar la pobreza. Para Alternativa, las políticas sociales deben ayudar a formar personas y colectividades autónomas y con capacidad de autogestión.

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