10/18/2006

Política Exterior. Glosa VI Informe de Gobierno

Con su permiso señor presidente
Honorable Asamblea

Partimos de la premisa de que La globalización es un fenómeno histórico y no el producto de una conspiración política. Un fenómeno que pudiendo crear mejores posibilidades de desarrollo y de vida para centenares de millones de seres humanos, alienta al mismo tiempo, nuevas desigualdades. Los resultados de esta globalización desigual han sido, la extensión y profundización de la pobreza, soberanías nacionales aplastadas, la destrucción ambiental, la devastadora actividad del dinero especulativo y, especialmente, la rigidez de los organismos responsables de promover la estabilidad y el crecimiento de las naciones. La visión del liberalismo económico globalizador impulsada por los organismos financieros internacionales, donde los Estados Unidos tienen la más fuerte influencia, parte de la idea de que el mercado funciona generalmente bien y el Estado generalmente mal. Ayer y hoy, el comercio ha requerido de un sólido apoyo gubernamental para establecerse y mantenerse de manera predominante en el sistema económico internacional. Por eso, debilitar al Estado frente a estas fuerzas económicas es inaceptable para nuestro país. La globalización ocurre en un contexto en el cuál no existen reglas capaces de expresar el cambio de escala de las nuevas responsabilidades. “Otra Globalización” es posible si se prioriza, entre otras cosas: la fiscalización de los movimientos del capital financiero de corto plazo; una profunda reforma del Fondo Monetario Internacional, este organismo debe dejar de ser un instrumento obsesivamente favorable a los intereses de los grades grupos financieros y dependiente de las necesidades (y visiones) exclusivas de los países más desarrollados y poderosos. La “Otra Globalización” construye institucionalidad, reglas del juego, en la que toman su sitio: el libre comercio, la democracia representativa, el respeto a los derechos humanos, el cuidado y preservación del medio ambiente. Una globalización que toma conciencia y propone soluciones nuevas al tránsito de enfermedades infecciosas, al terrorismo, al narcotráfico y a la existencia de redes internacionales de delincuencia organizada y, sobre todo ubica a la migración Sur-Norte como un problema, económico, de justicia y de derechos humanos. En fin, es indispensable gobernar democráticamente para aprovechar la globalización, y la política es un espacio propicio para la búsqueda de consensos. ¿Frente a los retos de la globalización y nuestra inserción en el mundo, qué ha hecho el gobierno mexicano?

En el Sexto Informe de Gobierno, la Secretaría de Relaciones Exteriores señala: “La política exterior de éste gobierno se ha caracterizado por un activismo que ha sido fundamental para fortalecer la capacidad de interlocución de México con el mundo, diversificar vínculos y garantizar la participación de nuestro país en la toma de decisiones importantes para la definición de la nueva agenda internacional”

El primer problema de esta afirmación es que hasta ahora desconocemos la definición de la “agenda internacional” que promueve el gobierno mexicano. Lo que hemos presenciado es una política exterior sin rumbo, con bandazos y con tantos desatinos que se hizo frecuente escuchar añoranzas por la “tradicional” diplomacia mexicana. Todo mundo coincide: hasta hace un sexenio, México mantenía un excelente nivel de relaciones diplomáticas con el mundo.

No se puede desconocer los múltiples roces diplomáticos que ha enfrentado este gobierno: Cuba, Venezuela, Colombia, Estados Unidos, por señalar algunos, han vivido una política internacional mexicana que los ha llevado a mantener enfrentamientos nada desdeñables. Desde el “comes y te vas” hasta los comentarios del ex presidente español José María Aznar, en febrero de este año, ofreciendo su respaldo a la candidatura de Felipe Calderón, son una clara muestra de que se estuvo muy lejos del ejercicio de una diplomacia inteligente y mesurada, que tuviera como base los principios constitucionales. Ninguna política exterior puede sentirse orgullosa de su actuar, cuando no se ha tenido la capacidad para evitar, ni siquiera el cuestionar con firmeza, la aprobación de la construcción del bien llamado “muro de la vergüenza”. Las marchas de los migrantes en Norte América que presenciamos durante éste año, dan cuenta de que la política internacional ha fracasado y que la ciudadanía en Estados Unidos se ha visto forzada a organizarse para defender por sí misma, lo que su país de origen ha sido incapaz de garantizarle.
Nadie puede vanagloriarse de su actuar ni tiene calidad alguna para exigir trato digno a sus connacionales en el extranjero, cuando en su propio territorio se llevan a cabo actos de injusticia, maltrato, tortura y discriminación. Para nadie es un secreto que en la frontera sur mexicana se reproducen, a veces con mayor crueldad, los esquemas de maltrato que en Estados Unidos viven nuestros paisanos. Una vez más, queda de manifiesto que los principios constitucionales no son el eje rector de la política internacional. Ser un ejemplo en el trato a los migrantes en nuestro país, le dará al gobierno mexicano calidad y respaldo internacional para exigir el mismo trato a nuestros connacionales. La ausencia de un apartado específico para este punto en el 6° Informe de Gobierno, da cuenta del lugar que en la lista de prioridades tiene este tema: ninguno.

Por otra parte, es necesario asentar que, al creciente flujo de bienes, servicios y personas entre países se suman nuevos desafíos planteados por amenazas transnacionales. El combate al terrorismo, al crimen organizado, la degradación ambiental, la prevención de enfermedades epidémicas requiere más que nunca de acciones coordinadas entre dos o más estados.
Problemas que requieren de inteligencia, sabiduría para escuchar a nuestros expertos; a la academia y a la ciencia y para recuperar la experiencia de de la sociedad civil organizada. Gestos ausentes en el gobierno que termina.

La frágil democracia mexicana exige que el Ejecutivo justifique y negocie con mayor frecuencia con el Legislativo sus acciones de política exterior. Requiere que sus gobernantes presten más atención a la opinión pública y a las recomendaciones de organizaciones no gubernamentales. Más allá del 6° Informe de Gobierno, el Gobierno federal debe muchas explicaciones de sus decisiones a la ciudadanía.

Muchas Gracias
Elsa Conde
Legisladora
Grupo Parlamentario Alternativa

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