3/20/2007

¡Viva Juárez!

Hoy quiero darle voz a la inteligencia y a la persistencia de Marta Lamas en su lucha por un estado laico y por el derecho a decidir.

Este 21 de Marzo, Alternativa se pronuncia por el fortalecimiento del Estado Laico y reafirma la importancia de la separación Estado-Iglesia. Esta fecha no pudo ser más oportuna, cuando estamos a unos días de presenciar como la Jerarquía Católica salta de su púlpito a tomar las calles, para encabezar una cruzada contra el derecho a decidir de las personas y contra una nueva legislación que amplia la ciudadanía de las mujeres y les garantiza el acceso seguro y sin riesgos a la interrupción de un embarazo no deseado en la ciudad de México.

Una verdadera convivencia pacífica dentro de la pluralidad y gobernabilidad democrática requiere contar con un Estado laico que garantice un régimen de tolerancia bajo el imperio de la ley. Cuando Benito Juárez impulso las Leyes de Reforma sembró las bases para garantizar una convivencia pacífica, en donde la separación de la Iglesia y el Estado asegure a cada persona creer en lo que quiera creer; reunirse con otras libremente y al mismo tiempo ser tolerante y respetuoso con aquéllos con quienes no se comparten las mismas creencias. Esa es la importancia del estado laico.

La frontera entre lo público y lo privado se objetiva en el derecho a decidir, porque el Estado está obligado a garantizar las normas para convivencia pacífica, pero no puede pretender regular la vida privada de sus gobernados. Como lo ha señalado Marta Lamas, "las decisiones sobre la vida privada dependen de la conciencia y los valores de cada persona, y no de los dictados de altos funcionarios de instituciones religiosas o del gobierno"

Decisiones de la vida privada como la elección de la pareja, el ejercicio de la sexualidad, la paternidad y la maternidad son expresiones personalísimas que se ejercen de acuerdo a los sentires y a la conciencia de cada quién y, en este ámbito, el Estado no tiene ningún derecho de intromisión. Las creencias personales deben servir para que cada quien tome las decisiones personales que más le ajusten a su propio catálogo de creencias y valores, pero no deben nunca ser pretexto para imponer a otros una sola forma de pensamiento. El estado laico es una garantía para que todas y todos podamos ejercer nuestro derecho a decidir.

La democracia, el avance científico y la modernidad descansan sobre la base de un estado laico. Los principios de libertad e igualdad dotan de sentido a una sociedad democrática que bajo ninguna circunstancia puede permitir que en nombre de la fe se expropie su libre albedrío.

Mientras los legisladores nos preguntamos sobre los motivos que tiene La Jerarquía Católica para entorpecer la aprobación en el Senado de una Ley que castiga a la pederastia y sobre los oficios del Cardenal Norberto Rivera para no ser procesado en Estados Unidos por encubrir a un pederasta; la ciudadanía mexicana ejerce su derecho a decidir con libertad de conciencia. La ciudadanía mexicana decide sobre su vida sexual, el uso del condón, se casa o se divorcia, profesa la religión que más le convence, registra sociedades en convivencia o interrumpe un embarazo no deseado. En pocas palabras, la ciudadanía mexicana construye una sociedad tolerante y respetuosa de la diferencia y no olvida que Benito Juárez "nos reconoció el status de ciudadanos sobre el status de fieles".

Fernando Savater sostiene que la modernidad democrática ha significado el triunfo del laicismo en la vida pública. Compañeros y compañeras legisladoras, este 21 de marzo de 2007 reivindiquemos la laicidad del estado mexicano y una vez más hagamos que triunfe la razón republicana sobre los dogmas de la fe.

¡Viva Juárez!

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